viernes, 27 de mayo de 2016

Àngel Cajamarca Illescas. Vicerrector encargado del Colegio “Manuel J. Calle”



Estamos obligados a ser creativos, despreocuparnos un poco de llenarnos de datos en la cabeza, sino ayudar al desarrollo de las potencialidades de los chicos, y desde la parte lingüística que el lenguaje se convierta en una herramienta para ser feliz. La educación debe servir para eso.



No se me podría borrar de mi mente mi maestra de primer año de escuela, cuando en un momento dado me cargó en sus brazos, me puso en una silla y escribí algo en el pizarrón. Nunca había visto unos ojos como esos, pero más que sus ojos, ella tenía una mirada que emanaba ternura, confianza.

En quinto año de escuela, tuve un docente que, aunque era muy rígido y tenía una metodología de enseñanza, en ese entonces aceptada y muy agresiva, se tomaba un tiempo pata compartir con nosotros, sus alumnos, cuando en la hora de educación física, compartía y jugaba con nosotros. Ese acto borra totalmente una forma tradicional de enseñar, y en cierta forma hizo que uno se identifique como docente.

Llegó a mi vida un docente que me exigía al máximo. Yo con 14 o 15 años, sentía que él no me entendía, me parecía de verdad alguien demasiado exigente, demasiado apasionado y drástico. En ese momento descubrí, gracias a él, la poesía, leí a Neruda. Luego, y gracias a mi gran docente Dr. Efraín Jara Idrovo, me gradué como el mejor de mi promoción en Lengua y Literatura, y determinó también mi forma en la cual concebir la educación y la práctica educativa.

La educación ahora está cambiando, ya no es la misma práctica de cuando yo estaba en las aulas como estudiante, sino más bien como docente se tiene que inventar nuevas formas de llegar a los estudiantes. Estamos obligados a ser creativos, despreocuparnos un poco de llenarnos de datos en la cabeza, sino ayudar al desarrollo de las potencialidades de los chicos, y desde la parte lingüística que el lenguaje se convierta en una herramienta para ser feliz. La educación debe servir para eso.

Hay que desligarse de ataduras económicas y sociales, porque en estos momentos se ha perdido el ímpetu y se ha desorientado la práctica educativa, concebida en un comienzo para dar posibilidades de superación a los más pobres. Hay niños, niñas, jóvenes, etc. Que en mi devenir de profesor ha tocado impartir clase  en una aula que podría ser todo menos aula, un charco enlodado con tablas en vez de pupitres. Esta es la perspectiva y la realidad que tenemos en la educación y debemos solucionar y participar activamente de cambios en el modelo educativo existente

Vayamos de la práctica a la teoría. No sirven los datos en la cabeza sin un criterio formado en base a evidenciar la realidad educativa. Si los futuros docentes no le dan importancia a la práctica, cuando ejerzan la profesión se van a empapar  de los demás docentes y sus prácticas tradicionales. Se contagian de lo que hay que renovar, y no se renueva.  Hay que formarse en la realidad y proponer ideas. Desempeño auténtico de la educación, sin perder en vista lo mas fundamental: la educación para los pobres. 






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